La finalidad de esta exposición no es más que esclarecer la influencia que tuvo el modernismo vienés en la arquitectura valeciana de la época. Mediante un recorrido por diferentes edificios de nuestra ciudad se nos muestra la importancia que tuvo este hecho y cómo se configuró la arquitectura en base a los principios del Jugendstil, también conocido como el estilo de la Secesión Vienesa.
El Jugendstil se engloba dentro del movimiento europeo de finales del siglo XIX y principios del XX conocido cómo Modernismo. El Modernismo (en la arquitectura) tuvo vertientes muy diferentes por toda Europa pero su espíritu se mantuvo fiel a la idea de crear nuevas formas más refinadas siempre de la mano de la funcionalidad y la belleza, con la finalidad era crear ciudades agradables y elegantes, acordes a los nuevos tiempos. Se pretendía pues una renovación artística que nada tuviera que ver con las manifestaciones de arte contemporáneas (Eclecticismo, Historicismo, Impresionismo y Realismo).
La Secesión Vienesa fue fundada en 1897 por un grupo de 19 artista vienes presididos por el pintor simbolista Gustav Klimt. Este movimiento se caracterizó, a la par que diferenció del resto de los movimientos modernistas Europeos, por la sobriedad formal. El orden, equilibrio , serenidad y geometrización fueron la seña de identidad de estos artistas. En el campo de la arquitectura, además, se empleó una decoración estilizada y abstracta alejada de las ornamentaciones exuberantes.
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Revista Ver Sacrum editada por le movimiento. |
De vuelta a Valencia, nos encontramos con una serie de construcciones arquitectónicas influenciadas notablemente por el Jugendstil y sus arquitectos principales: Otto Wagner, Joseph Maria Olbrich, Joseph Hoffman y Adolf Loos.
La obra más destacada en base a estas influencias es la Estación del Norte de Demetri Ribes (1906-1917). En su fachada e interiores podemos observar el lenguaje vienés y la repetición de un mismo orden.
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Estación del Norte |
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Detalle de la fachada de la Villa Wagner (Viena). |
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Pavellón de Metro de Otto Wagner (Viena).
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A lo largo de el Barrio de Ruzafa y la zona del Ensanche (Gran Vía Germanías y Gran Vía Marqués del Túria) nos encontramos con diferentes edificios que contienen una ornamentación Jugendstil y el reflejo del gusto por lo vienés. También, aparecen edificios con las mismas características en el centro histórico (Barrio del Carmen y alrededores de la Plaza del Ayuntamiento).
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Edificio Ferrer- Pérez (1908).
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Detalle de edificio Ferrer- Pérez.
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Edificio Chapa. Combina el estilo de la Secesión y Art Noveau. |
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Restos de la fachada de los antiguos Cines Caro (1910). Barrio del Carmen. |
Para disfrutar de esta exposición quizás haya que sentir cierto aprecio por la historia de la Arquitectura, como es mi caso. De lo contrario puede resultar pesada ya que la exposición se fundamenta en tablones con excesiva letra y buenas fotos. La disposición de los paneles está realizada en base a un recorrido realizado a partir de separaciones de placas prefabricadas que no llegan a techo. Es una pena que este espacio reservado a la exposición resulte un tanto artificial en relación con el contexto del MHV, antiguo almacén subterráneo de agua, cuyo interior ha sido restaurado para albergar el museo. El museo recupera la estructura interior de ladrillos caravista y arcadas interiores, creando un espacio que evoca a la arquitectura árabe. Se crea un espacio subterráneo, que aun a pesar de éste hecho es muy confortable.
Es una lástima no disponer de una amplia memoria fotográfica con el fin de establecer los paralelismos entres las obras que allí se exponen. Es decir, en el MHV cada una de las obras de nuestras ciudad es comparada con un ejemplo de arquitectura vienesa de la Secesión. Esta parte comparativa-visual es la que realmente ofrece interés a la exposición y da forma a todo el trabajo teórico, que de lo contrario, sería inútil exponer.
No obstante, tengo que decir en favor de la exposición que son sorprendentes los planos que se muestran allí de las obras de nuestra Ciudad. Estos planos están realizados a mano, la mayoría en papel cebolla y con una precisión inmensurable. Esto es algo que los arquitectos (o proyectos de arquitecto) de hoy en día estamos condenados a perder. Las técnicas informáticas restan valor a nuestro trabajo. Todo acaba mecanizándose y probablemente el proceso de reflexión que se lleva a cabo ante un proyecto sufre un deterioro en tanto que, muchas veces no nos detenemos a meditar sobre el trabajo que vamos a llevar a cabo sino que empezamos a lo loco y acabamos, con un poco de suerte, más o menos bien.
Además de estos planos de viviendas aparecen tomas de datos con una caligrafía típica de la época que hace saltar las lágrimas de la emoción. Quizás eso último haya sido exagerado, pero es algo que siempre me pregunto,el porqué todos los restos de caligrafía antiguas que nos muestran son impecables y resultan atractivas a la vista. Un estilo en cursiva completamente irrepetible y cuidado que se ha perdido con los años. Obviamente, esto es algo trivial en tanto que para comunicarse solo hace falta saber escribir, no contar con una excelente caligrafía y además progresivamente, la tinta pierde la batalla ante los píxeles. Sin embargo, existe una melancolía y nostalgia por parte de mi persona hacia el saber hacer de tiempos antiguos.